¿Estás de acuerdo en que todas queremos ser mejores, crecer y desarrollarnos como personas, pero cuando la vida nos sorprende con retos, aún después de los 50, es muy normal que a menudo los percibamos como obstáculos en lugar de oportunidades?
La primera reacción en un momento difícil puede ser la de sentirnos víctimas, atrapadas en situaciones que parecen escapar de nuestro control. ¿Pero, y si esos desafíos fueran, en realidad, una invitación a descubrir nuestro verdadero potencial?
Yo si creo que cada dificultad es una oportunidad disfrazada. Es a través de estas experiencias duras que podemos aprender más sobre quiénes somos en nuestro interior, más allá de lo que hacemos. Porque la diferencia entre el "ser" y el "hacer" es fundamental: lo que hacemos es efímero y parte de nuestro mundo exterior, pero quiénes somos en nuestro interior es lo que realmente importa y lo que define cómo navegamos esta aventura llamada vida.
Yo solía ver los retos como obstáculos que me apartaban de mi camino (¡aunque muchas veces no supiera cual era ese camino!) Me sentía limitada y pequeña ante las adversidades. Hasta que un día decidí cambiar de perspectiva: en lugar de jugar a la víctima, elegí creer que yo soy la creadora de mi vida. Empecé a ver cada reto como una prueba que yo misma había llamado a mi vida para crecer, para aprender, para convertirme en una versión más fuerte, valiente y compasiva de mí misma.
Al tomar esta postura, los desafíos dejaron de sentirse como amenazas para mí y se convirtieron en herramientas de transformación. No digo que sea fácil, confieso que soy sumamente impaciente y la frustración se ha hecho presente muchas veces, pero he comenzado a entender que cada adversidad tiene un propósito: ayudarme a cultivar mi escasa paciencia, mi tenacidad y mi valentía. Al cambiar mi enfoque, he descubierto una verdad muy poderosa: no estamos aquí para evitar los problemas, sino para crecer con ellos y aprender a bailar al ritmo que la vida nos marca.
Cuando aceptamos este papel de creadoras, nos damos cuenta de que no se trata de controlar cada aspecto de la vida, sino de aceptar los problemas con un corazón abierto y una mente dispuesta a aprender. Cada dificultad nos enseña algo sobre nosotras mismas: nos muestra nuestras fuerzas, nuestras debilidades, y nos permite elegir crecer, en lugar de estancarnos.
El verdadero poder está en la elección de cómo decidimos responder a las dificultades. Podemos optar por el sufrimiento, la victimización, la queja y la frustración, o podemos ver cada desafío como una puerta que nos invita a cruzar hacia una versión más auténtica de nosotras mismas. Al hacerlo, dejamos de resistir la vida y comenzamos a fluir.
La invitación de esta semana, amiga de 50ymás, es a que la próxima vez que te enfrentes a un reto, en lugar de verlo como una barrera, míralo como una oportunidad de redescubrir la fortaleza y la sabiduría que ya existen dentro de ti. Recuerda que cada paso, incluso el más difícil, te abre la posibilidad de acercarte más a la persona que estás destinada a ser.
¡Tú eres la autora de tu propia historia y tu decides qué capítulo quieres escribir hoy!
“Siempre parece imposible hasta que se hace.” - Nelson Mandela